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Por Edilberto Ríos
Hablar de los juguetes es referirnos a los juegos que le dan vida y sentido a muchas de las actividades infantiles en las que los niños crean un mundo imaginario con diversos objetos.

Durante siglos, el juguete artesanal a ocupado un lugar primordial entre los niños; a lo largo de muchas generaciones los mexicanos nos hemos divertido y hemos desarrollado destrezas, habilidades, hemos retado a la suerte y hemos creado nuestros propios mundos a través de juguetes.


Han existido juguetes como instrumentos para entretener o divertir a los niños y para educar, orientar y desarrollar su capacidad creadora. A lo largo y ancho de México encontramos una enorme variedad de juguetes populares, pero es difícil ubicar el origen exacto de estos objetos.

Los juguetes mexicanos tradicionales fueron hechos para girar, rodar, saltar, divertirnos y enseñarnos aspectos de la vida del pueblo. El balanceo del trompo; “matar” al contrincante en una partida de canicas con un “ágata”, un “diablito” o un “trébol”, dominar el balero y mantener en el aire el papalote después de un sin fin de intentos fallidos son solo algunas de las hazañas que podemos lograr si nos lo proponemos.

En la época prehispánica se elaboraban figuras de cerámica en las que destacan perros con ruedas, representación de monos y armadillos, sonajas, silbatos, muñecas articuladas. Arqueólogos han encontrado este tipo de figuras en entierros y señalan que estos fueron fabricados para usarlos en el culto a los muertos y no como juguetes. En la Nueva España los hubo de origen europeo, asiático y de manufactura mexicana asociados muchas veces a festividades tradicionales como las matracas de madera, hojalata, marfil y hueso que se elaboraban para las fiestas de semana santa. En la época colonial, los frailes que evangelizaron a los pueblos indígenas dieron a conocer a los niños nuevos y divertidos objetos. Entre otros juguetes ligados a festividades religiosas están las matracas de madera y las sonajas de hojalata que se obsequian a los pequeños los viernes de semana Santa. En el siglo XIX los niños mexicanos jugaban con muñecos de diferentes materiales, casas de muñecas con su mobiliario, juegos de té, caballos de madera, títeres, juguetes de cuerda que representaban figuras humanas o animales, algunos hechos en nuestro país, otros importados; así mismo, en los mercados, se vendían pequeños trenecitos de madera, cartón o lámina entre otras miniaturas.

JUGUETES DE TEMPORADA

En cada rincón de la República Mexicana, principalmente en las zonas rurales y pequeñas ciudades, los niños usan los juguetes populares y conocen la temporada de cada uno de los juegos, Hay juguetes que encontramos en todas las épocas del año y que forman parte de la cotidianeidad: especialmente las canicas, el balero, el yoyo, el trompo, los husecillos de chabacano pintado con los que se juega la matatena, rehiletes que giran con el viento, pajarillos de péndulo, maromeros y muñecas de trapo; otros juguetes están ligados directamente a celebraciones ya sean religiosas o paganas.

Cada juego tiene una temporada precisa que le corresponde por tradición y costumbre establecidas desde hace mucho tiempo atrás; así por ejemplo, cuando llega la temporada de semana santa los artesanos sacan a vender juguetes especiales para estos días: la matraca, los silbatos, judas (figuras hechas de cartón) y periscopios de cartón. Un día después, el sábado de gloria, niños y adultos se regocijan con la quema de los “judas”1. Luego cuando va a ser la fiesta de Corpus aparecen mulitas y el 1º y 2 de noviembre (celebración del día de Todos los Santos y de los fieles difuntos) se hacen panes decorados, calaveritas de azúcar, chocolate y amaranto, calacas y tumbitas de cartón, calaveras y féretros de barro. Para las fiestas patrias (15 y 16 de septiembre) se venden banderas, confeti, huevos llenos de harina, sombreros, rehiletes y espadas. En las posadas aparecen las piñatas, sombreros, silbatos; también hay juguetes especiales para el día de los Santos Inocentes, día de reyes y el carnaval. Pero el día que los niños mexicanos esperan con mayor ilusión es, sin duda, el 6 de enero cuando los reyes magos les traen, como premio a su buen comportamiento, carritos, muñecas, caballitos de madera, canicas, juegos de té; aunque cada vez se ven menos juguetes tradicionales en esta fecha en sitios como Guanajuato, Jalisco, Michoacán y el Estado de México aún tienen mucha demanda.

UN PAÍS LLENO DE JUGUETES

En cada región, en cada estado de la República encontramos juguetes característicos, únicos, pues en ellos su creador emplea no solo una imaginación e ingenio particular, sino los recursos propios del lugar donde habita. A partir de materiales rústicos elabora piezas con una técnica depurada; los juguetes son un espejo de las condiciones de vida, tradiciones y naturaleza, indumentaria y costumbres del sitio en donde se elabora. Entre los centros productores que tienen aún mucha demanda de juguetes tradicionales están Puebla, Michoacán, el Estado de México, Oaxaca, Guerrero, Guanajuato, incluso el Distrito Federal.

A través del tiempo la juguetería tradicional del arte popular a cambiado y a adoptado elementos ajenos a las costumbres; sin embargo, el juguete mexicano a conservado elementos esenciales como el diseño, el colorido, la textura, y los materiales originales que se encuentran al alcance de la persona que los elabora. Los artesanos para construir juguetes y darles vida utilizan barro, cartón, papel, fibras vegetales, madera, laca, plomo, pepita, chicle, azúcar, hojalata, etc. Las técnicas para su fabricación dependen de las necesidades específicas del objeto que se elabora, además en ellos se guarda el conocimiento ancestral heredado de padres a hijos.

POPULAR VS COMERCIAL

Los juguetes artesanales no dependen del vaivén de las modas, generalmente se mantienen durante mucho tiempo sin modificaciones, aunque de pronto ceden a la modernidad. En el interior del país el uso del juguete popular es mas frecuente, pero en las grandes ciudades a disminuido, en gran parte debido a la competencia con los juguetes comerciales producidos a gran escala que están apoyados por enormes campañas de publicidad; la televisión crea en los pequeños la necesidad de poseer aquellos juguetes que están de moda, la computadora también a transformado los hábitos de juego y entretenimiento de los niños. A partir del siglo XIX las innovaciones científicas y tecnológicas han propiciado la fabricación de juguetes como industria especializada, ello afecta directamente a la juguetería tradicional mexicana. Pero el valor primordial del juguete popular no radica en mantenerse a la vanguardia tecnológica sino en su capacidad de establecer una relación social y cultural con quien lo usa, permite entablar un nexo muy especial con el niño quien se relaciona directamente con el mecanismo que hace funcionar al juguete, es decir, con la vida misma de éste. Los juguetes populares mexicanos se han transformado al paso del tiempo, hay juguetes que han desaparecido, pero otros mantienen sus formas y funciones; sin embargo, en la actualidad muchos se elaboran con materiales distintos a los originales: el papel lustre, la madera, el barro y el cartón han sido sustituidos por diferentes tipos de plástico. Si bien no encontramos juguetes populares en grandes almacenes, podemos adquirirlos en mercados, tiendas de artesanías y lugares productores.

El uso del juguete popular ha disminuido por causa del crecimiento urbano, el desarrollo tecnológico, la influencia de los medios de comunicación y porque, con frecuencia, los padres no transmiten a sus hijos el amor por este tipo de juguete. Pero el juguete popular mexicano tiene una función cultural muy importante al formar parte de nuestra expresividad, refleja en gran medida la identidad y el arte de nuestro pueblo.

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1 Los Judas son figuras hechas de varilla y cartón que se elaboran para la celebración de semana santa, exactamente para el día de sábado de Gloria. Estas figuras son colgadas y quemadas en recuerdo de la traición que Judas Iscariote hizo a Jesús. En un principio, estas figuras eran realizadas con las imágenes de Judas como un demonio, pero al paso del tiempo la sociedad fue transformando esta imagen y ahora se realizan figuras de diferentes personajes de la sociedad, de la política e, incluso, de los espectáculos. La gente se regocija con esta quema que significa el desprecio hacia el personaje exhibido en la figura.


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Derechos Reservados ® De Visita México. Edilberto Ríos. México 2016

Esta es una producción independiente destinada a presentar los espacios turísticos de la República Mexicana.

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